domingo, 12 de febrero de 2012

La Sonrisa Perfecta.

                                                        
                                                      Solo le pido a Dios...
                                                                          Mercedes Sosa

Deseo que el amor no falte 
al terminar el día 
para que al cesar la batalla
en las diferencias que se dieron
obre milagros  la caricia
al reflejo de la lucha que presiento
en la próxima asonada 
dé madura muestra la cordura
surja en lo profundo
aún con la herida fresca
la sonrisa perfecta 

sábado, 11 de febrero de 2012

Cuando nada quedará

Cuando nada quedará

Aires que los mismos ya no serán.
Aires que traerán tristeza, dolor y soledad.
Aires tóxicos cargados de muerte y enfermedad.

Frescura de ríos que ya nadie disfrutará.
Peces que a nadar su derecho perderán.
Aguas que nunca mas se beberán.

Cultivos que bajo el sol se marchiratán.
Montañas que ya no existirán.
Maravillas que nadie mas podrá observar.

Cuando todo el suelo se envenenará.
Cuando todo el oro y la plata se llevarán.
Cuando nada a salvo quedará.
BASTA DE MINERIAS A CIELO ABIERTO

jueves, 9 de febrero de 2012

Un atardecer

Un atardecer


El viento soplaba con fuerza en aquel atardecer. Era Enero. La playa había quedado desierta. La gente ya se había ido. 
Sin embargo yo seguía aquí. Mirando el mar. Contemplando la belleza de las olas cuando rompen. Pensando en lo grandes y fuertes que son al principio. Para luego volverse nada. Acabar muriendo sin pena ni gloria en la orilla. 
Me vino una imagen de nosotros mismos. De nuestra existencia. De como al igual que las olas de jóvenes tenemos toda la fuerza del mundo. Con hermosos cuerpos. Llenos de sueños y proyectos. Y después finalizar con nuestras pieles llenas de arrugas. Sosteniéndonos de un bastón. Con algún tipo de problema o enfermedad. Hasta terminar nuestra existencia postrados en alguna camilla. 
Se me acercaron unas gaviotas. Hacían sonidos con su pico y daban vueltas. Para después irse hacia el mar y desaparecer.
Miré los tamariscos que estaban en los médanos. Ellos seguían allí. Verdes. Ondulándose con el viento. Como haciendo una especie de danza. También vi un perro. Caminaba por la arena. Cada tanto de detenía a olfatear algo. Hasta que lo perdí de vista.  
Se me ocurrió la idea de que todo estaba en su justo lugar. Las olas en el mar. Las gaviotas que iban y venían. Los tamariscos en los médanos. El perro que pasó. Y yo ahí sentado en la arena. Formando parte del paisaje. 
Pensé de nuevo en mi existencia. En todas las cosas que contemplé. En la razón del porque estamos aquí y ahora en este mundo. En lo que seremos luego de partir. 
Si las gaviotas una vez que morirán no nacerán como perros. Si los perros no harán lo mismo transformándose en tamariscos. Si los tamariscos no serán seres humanos.
Y si yo una vez que me vaya de este mundo no me convertiré en una de esas tantas olas que después de romper acaban como si nada en la orilla.