sábado, 27 de agosto de 2011

Habra soles

Habra soles
Habra el sabor de un nuevo desayuno
Habra ramas verdes floreciendo en cada Septiembre
Habra melodias de gaviotas
Habra aromas de jazmines

Habra un hermoso cuadro pintado de hermosos colores

domingo, 7 de agosto de 2011

El encuentro

El encuentro
Sabrina se sentó en la mesa del bar. Eran justo las once de la noche como estaba previsto. Hora en la que quedó en encontrarse con Agustin. El chico al que había conocido hace alrededor de un mes a traves de Facebook.
Luego de acomodarse colgó el saco en una silla para ponerse a mirar la carta que se hallaba en el pupitre. El mozo se acercó y le dijo que espere. Que todavía faltaba que viniera alguien mas. Fue al baño, donde se mojó la cara y se acomodó el pelo. Después volvió a la mesa. Como Agustin aún no había llegado le mandó un mensaje de texto. Sacó el libro que llevaba en su cartera y comenzó a leerlo.
Pasados los quince minutos desde que le envió el mensaje y al ver que Agustin no le respondía decidió llamarlo. Solo atendió el contestador. Intentó de nuevo pero volvió a ocurrile lo mismo. Lo hizo varias veces mas y nada.
Empezaba a ponerse nerviosa. Continuó leyendo pero ahora le costaba concentrarse. Le ganaban los sentimientos de ira, de no saber si realmente Agustin iría o si le estuvo mintiendo. Y en caso de que fuese un engaño...¿ por que motivos? Tampoco lo conocía demasiado. Solo habló con él por celular o mediante internet. Y ni siquiera tenía el número de la casa como para llamarlo allí.
Se había dejado llevar por su voz dulce, sus gustos por el cine, la música al igual que ella, las tiernas frases de amor que le mandaba casi todas las noches por email o las fotos que le enviaba desde los distintos lugares donde iba. En la cancha mirando a San Lorenzo, en la playa con unos amigos, tocando con la banda de rock que tenía. Pero ahora veía que todo fue una mentira. Se sentía una estúpida por confiar ciegamente en cualquiera. Intentó comunicarse de nuevo sin que nadie responda del otro lado. Ya eran casi las doce. Así que se levantó de la mesa y salió a la calle.
Una vez que llegó a su casa no le quedaban ánimos de nada. Se encerró en su cuarto y estuvo un rato con la computadora. Después se fue a dormir. Aunque tardó varias horas en lograrlo. Ya que por los nervios que tenía no paraba de dar vueltas sobre la cama sin poder cerrar los ojos.
Al otro día probó en hablarle de nuevo a Agustin. Este la atendió diciéndole que estuvo a las once en ese bar como habían acordado. Pero al ver que ella no aparecía dejó el celular en su casa y se fue a bailar con unos amigos. Sabrina no le creyó. Pensó que la estaba cargando. Empezó a insultarlo hasta que Agustin le cortó.
Cuando miró la hora que marcaba la television y el reloj que se hallaba en la pared descubrió que el suyo atrasaba sesenta minutos.