sábado, 18 de septiembre de 2010

Carlos y sus vecinos

Carlos y sus vecinos.

Carlos vivía en Floresta. Tenía un negocio de ropa ubicado a pocas cuadras de su casa. En la semana, cuando volvía de trabajar, se quedaba en la vereda hablando con sus vecinos o a veces entre todos iban a tomar algo a un bar. Los Sábados trabajaba medio día. Después dormía la siesta para luego tomar mate con María, su esposa. Mientras miraban películas o jugaban a algún juego de mesa. A veces sus dos hijos también se sumaban y traían a sus novias.
Los Domingos Carlos, apenas se levantaba, leía un poco el diario. Después iba a caminar a una plaza que tenía cerca. Cuando volvía permanecía en la puerta de su casa conversando con sus vecinos.Hablaban de todo. De política, de la situación del pais. De música, debido a que a la mayoría les gustaba el tango. Mezclado con los cambios que se produjeron en el barrio en estos últimos tiempos. Como el taller mecánico que cerró, el viejo almacén que estaba abandonado en la esquina y fue reemplazado por modernos dúplex o los inmensos edificios que se construyeron en la otra cuadra. Sin embargo el tema que no podía faltar era el fútbol. Porque él era de Velez. Pero también los había de Boca, River y San Lorenzo.
Al mediodía casi siempre iba a comer a lo de sus padres o suegros. O si no también los invitaba a su casa. Para luego a la tarde salir a pasear con María. Siempre que no jugara Velez. Ya que si lo hacía iba a la cancha con alguno de sus hijos o se quedaba en su casa mirándolo por televisión. Cuando era así no podía evitar que sus vecinos pasaran a buscarlo al final del partido y se armaran verdaderas polémicas.
De a poco Carlos empezó a notar que su negocio andaba cada vez mejor. Tenía mas clientes, cuando volvía traía una mayor cantidad de dinero. Entonces para aprovechar ese buen momento decidió estar mas tiempo allí y abrir también los Sábados a la tarde. Eliminando el tiempo que se dedicaba a hacer sociales con sus vecinos o a tomar mate y pasarla bien junto a su familia.
A las pocas semanas puso un local mas en el barrio de Devoto. Contratando a varios empleados para que lo atiendan y a un contador para que se haga cargo de todo lo relacionado a impuestos. Además abrió una cuenta corriente. Como veía que seguía creciendo económicamente cambió el auto que tenía desde hacía diez años y le regaló uno a su esposa, a quien la convenció a que fuera a una academia para aprender a conducirlo. También compró un tercero con el fin de que lo compartan entre sus hijos.
Esto trajo algunos cambios en su estilo de vida. Los Domingos a la mañana ya no salía a caminar por la plaza ni a hablar con sus vecinos, sino que iba a guardar el coche de sus hijos a un garage situado a tres cuadras. Porque estos venían tarde y lo dejaban en la puerta de su casa. También aprovechaba en lavar tanto el suyo como el de su esposa, cargarles combustible y revisarles el aire de las gomas. Sumado a que ese día, como tenía descuento en la tarjeta de crédito que había sacado, se dirigía con ella al supermercado a comprar las cosas necesarias para toda la semana. A la cancha iba cada vez menos. Prefería ver los partidos en el nuevo plasma que se había comprado.
Mas tarde, como no paraba de ganar dinero, decidió mudarse a un piso en Palermo. El resto de su familia primero se opuso. Su mujer decía que era un lío, que iba a extrañar la tranquilidad del barrio. Mientras que sus hijos no querían estar lejos de sus amigos ni de sus novias. Pero Carlos les empezó a hablar del tema de los robos, de que la zona era insegura, de que ellos ahora estaban en otro nivel social y debían juntarse con otra gente hasta lograr que le terminaran dando la razón.
Una vez en ese nuevo lugar cambió a sus hijos de escuela. Los mandó a una privada que se hallaba cerca de donde ahora vivían. Haciendo que dejaran de ver a sus viejos compañeros. Esta situación al principio les provocó ira. Pero con el tiempo, a medida que iban conociendo nuevos amigos, la fueron aceptando. A María le compró un negocio en Caballito para que se encargara de atenderlo ella. También quería regalarles uno a sus hijos con la intención de que fueran en sus ratos libres y de paso aprendieran un oficio para el futuro. Sin embargo estos no quisieron saber nada. Preferían terminar la secundaria y después seguir estudiando. Sobre todo el mayor, que el año próximo empezaba la facultad. Hecho que derivó en algunas peleas.
Por las noches, después de trabajar, empezó a ir a un gimnasio. Y los jueves ahora no cenaba en su casa. Decía que lo hacía con compañeros de su trabajo.
Lentamente la relación que Carlos tenía con su familia se fué volviendo cada día mas fría. De Lunes a Sábado estaba ocupado en su local y a la vez controlando mediante cámaras lo que ocurría en los otros. Por las noches, cuando volvía del gimnasio, comía algo en el sillón del living mientras miraba televisión. Luego se bañaba y se iba a acostar.
Con María de lo único que hablaba era de las comidas que quería que le prepare, si a ella no le convenía trabajar también los Sábados o quedarse en la semana hasta las nueve de la noche como lo hacía él en vez de cerrar a las siete, de la cantidad de ventas que tenía, de los impuestos que debía pagar, si hacía falta comprar mas mercadería, del comportamiento de los empleados en cada uno de los negocios, si había que hacerles algún arreglo a los autos, etc. A sus hijos si bien les compró una playstation, una computadora para que pudieran conectarse a Internet desde su casa y les daba por mes una buena cantidad de dinero tampoco les llevaba demasiado el apunte. De Lunes a Viernes prácticamente no los veía. Ya que cuando él volvía, a eso de las once de la noche, estos estaban en sus piezas o hablando con su madre y mirando la tele que había en la cocina. Y los fines de semana casi siempre iban a ver a sus novias regresando el Domingo a la hora de la cena, a veces salían a bailar para levantarse recién al otro día a la tarde o se dedicaban a visitar a viejos amigos de Floresta. Lo que hacía que casi nunca estuviera con ellos. Además debido a que ellos se llevaban algo mas de un año salían casi siempre juntos y tenían las mismas amistades.
Una noche Carlos hizo lo de siempre. Volvió del trabajo, guardó el dinero que juntó en un placard, se cambió y salió para el gimnasio. Con la diferencia de que esta vez se olvidó su celular en la mesa del living. Al rato le llegó un mensaje. Su mujer probó en leerlo y vió que se trataba de una tal Teresa. Quien le decía que el próximo Jueves la pasara a buscar una hora después de la habitual. Se quedó totalmente conmovida. Temblaba a la vez que no paraba de transpirar. Se sentía una tonta al no darse cuenta de como era engañada. Fué a servirse algo de tomar para luego quedarse sentada en el living. Sus hijos le preguntaron si le pasaba algo pero ella les respondió que solo era un pequeño dolor de cabeza.
Cuando Carlos volvió María le habló del tema. Primero lo negó, dijo que seguramente era un mensaje equivocado. Pero después empezó a retarla por haberse metido en sus asuntos privados y a exigirle que lo dejara tranquilo. A la vez que le decía que debería estar agradecida con él por todas las cosas que hizo por ella, ya que de otras forma jamás hubiese alcanzado esta posición económica. Ni bien sus hijos se enteraron, debido a los gritos que Carlos pegaba, corrieron al sitio en el que estaban discutiendo. El mayor pidió que dejara a su madre en paz, que no la siga lastimando. Pero carlos le pegó un cachetazo mientras que lo insultaba diciéndole que era un inútil, un vago. Que no entendía absolutamente nada de la vida, que lo único que sabía es estar con su novia o amigos y que todo lo que tenía era gracias a él.
A la mañana siguiente Carlos se despertó y vió que ni su esposa ni sus hijos estaban. Tampoco sus pertenencias. Solo había una carta en la que decía que ella se fué a vivir a la casa de sus padres. Mientras que ellos a los de unos amigos. Intentó llamarlos pero no le contestaban. También les mandó varios mensajes de texto que jamás fueron respondidos. Horas mas tarde fué al negocio de María pero se encontró con que estaba cerrado. Volvió a su casa.
Siguió llamándolos y mandándoles mensajes pero era en vano. Para no continuar amargándose se dió un baño y salió a trabajar. Cuando regresó no tenía ánimo para ir al gimnasio. Se quedó sentado un rato. Luego se tiró en la cama a descansar. Pensaba en como seguiría esta situación de ahora en adelante a la vez que se acordaba de su antiguo barrio, de como era todo antes. También llegó a la conclusión de que se hallaba completamente solo. Sin el resto de su familia, sin sus antiguos vecinos a quienes no vió mas. Las únicas relaciones que tenía era con los clientes, su contador, el cajero del banco, el personal triner del gimnasio, los que le proveían la mercadería, los empleados de los negocios, el encargado del edificio, el personal de seguridad o la supuesta amante que veía todos los Jueves. Que mas que una amante era una prostituta a quien invitaba a cenar a algún lujoso restaurante y le pagaba para tener sexo.
Llamó a sus viejos vecinos pero ninguno le respondió. En todos los casos atendía el contestador o alguno de sus familiares diciendo que no estaban, que cuando volvían le devolverían el llamado. Cosa que jamás ocurrió.
Una vez que llegó el Domingo se subió al auto y fué a Floresta a visitarlos. En casi todas las casas donde tocaba timbre no le contestaban o el resto de las personas que las habitaban le decían que habían salido. Solo uno lo atendió. Quien apenas abrió la puerta Carlos lo abrazó pero este le quitó con fuerza las manos de encima. A la vez que le decía que no los molestara mas, que a ninguno de ellos les interesaba saber de él. Le recordó que desde que se fué a vivir a Palermo, hace alrededor de dos años, prácticamente los abandonó. Jamás los llamó, nunca fué a visitarlos. Ni siquiera les había dado el teléfono nuevo para que ellos pudieran llamarlo. También le hizo saber de la muerte de Francisco, un vecino que vivía justo enfrente de donde estaban hablando ahora. De lo que Carlos ni se enteró.
Apenas terminó de comentarle eso se despidio y le cerró la puerta en la cara.
Al volver a su piso de Palermo Carlos abrió una botella de licor que tenía y no paró de tomarlo hasta llegar a la mitad. Luego, tambaleándose, caminó al balcón y se arrojó al vacío.

2 comentarios:

Angel Collado Ruíz dijo...

Si yo tuviera dinero publicaba tus cuentos.

un abrazo hijo, deseo que estés bien
tan bien como escribes.

un saludo ,angel

Gustavo dijo...

Hola Angel que tal. Gracias una vez mas por leer mis escritos y por los elogios.
Te mando un abrazo y que pases buen fin de semana. Que andes bien. Chau