jueves, 9 de febrero de 2012

Un atardecer

Un atardecer


El viento soplaba con fuerza en aquel atardecer. Era Enero. La playa había quedado desierta. La gente ya se había ido. 
Sin embargo yo seguía aquí. Mirando el mar. Contemplando la belleza de las olas cuando rompen. Pensando en lo grandes y fuertes que son al principio. Para luego volverse nada. Acabar muriendo sin pena ni gloria en la orilla. 
Me vino una imagen de nosotros mismos. De nuestra existencia. De como al igual que las olas de jóvenes tenemos toda la fuerza del mundo. Con hermosos cuerpos. Llenos de sueños y proyectos. Y después finalizar con nuestras pieles llenas de arrugas. Sosteniéndonos de un bastón. Con algún tipo de problema o enfermedad. Hasta terminar nuestra existencia postrados en alguna camilla. 
Se me acercaron unas gaviotas. Hacían sonidos con su pico y daban vueltas. Para después irse hacia el mar y desaparecer.
Miré los tamariscos que estaban en los médanos. Ellos seguían allí. Verdes. Ondulándose con el viento. Como haciendo una especie de danza. También vi un perro. Caminaba por la arena. Cada tanto de detenía a olfatear algo. Hasta que lo perdí de vista.  
Se me ocurrió la idea de que todo estaba en su justo lugar. Las olas en el mar. Las gaviotas que iban y venían. Los tamariscos en los médanos. El perro que pasó. Y yo ahí sentado en la arena. Formando parte del paisaje. 
Pensé de nuevo en mi existencia. En todas las cosas que contemplé. En la razón del porque estamos aquí y ahora en este mundo. En lo que seremos luego de partir. 
Si las gaviotas una vez que morirán no nacerán como perros. Si los perros no harán lo mismo transformándose en tamariscos. Si los tamariscos no serán seres humanos.
Y si yo una vez que me vaya de este mundo no me convertiré en una de esas tantas olas que después de romper acaban como si nada en la orilla.

4 comentarios:

Luis Lenes dijo...

Gustavo.

Me encantó esta descripción donde estabas y lo que sentías, la reflexión que lleva observar con más detenimiento lo que se encuentra alrededor. La reflexión del devenir, de ir y venir, que es continuo cambio, un cambio de la materia que se transforma y se vuelve a transformar infinitamente y un "ser" que también puede cambiar: el del hombre, o el del perro "fiel" que a veces escasea en la humanidad, o el de la misteriosa inteligencia de las ballenas o lo delfines, etc. O tal vez sea un mismo "ser" que contiene a todos esos otros "seres" según la materia que tome forma. En fin.
Me gustó muchísimo Gustavo.
Un abrazo enorme.

Angel Collado Ruíz dijo...

Ahí está la fuerza narrativa de Gustavo y por lo que leo va mejorando cada día, un abrazo compañero hasta la Bella Argentina!

Gustavo dijo...

Hola Luis que tal. Bueno gracias por el comentario. Onda que el mar a vece inspira. Y uno se funde con la naturaleza. Aunque tambien a veces me pregunto porque los arboles son arboles, los animales animales, nosotros humanos. Si en alguna otra vida no habrian intercambiado los roles. O si lo haremos nosotros una vez que nos vayamos de este mundo. Uns incognita jaja
Te mando un abrazo y que andes bien Amigo!

Gustavo dijo...

Hola Angel como andas. Bueno un saludo para vos tambien, un fuerte abrazo y te re agradezco por toda la fuerza que me transmitis en cada uno de tus palabras. Lo tengo en cuenta. En serio. A veces esto vala mas que los kilometros que me separan hasta el hermoso Mexico de Chespirito, de Diego Rivera, de Carlos Castañeda, de Santana. De buenas playas y tequila jaja.
Te mando un fuerte abrazo y espero que estes bien. Chau