martes, 20 de julio de 2010

En aquel pueblo.

En aquel pueblo.

En aquel pueblo las casas eran de chapa y material. Las veredas estaban todas rotas y llenas de basura. Sobre ellas dormía una importante cantidad de personas. Por las calles llenas de tierra y charcos con aguas servidas pasaban constantemente policías armados para vigilar la zona.
Los niños casi siempre estaban dentro de sus casas. Ya que no había escuelas, clubes, negocios, cines, centros culturales o espacios verdes. Solo les quedaba encerrarse a ver televisión. Además muchos eran obligados a trabajar desde temprana edad.
Cierto día, a eso de la una de la mañana, todos los pobladores de aquella aldea se despertaron sobresaltados. Escucharon golpes en las puertas de sus viviendas. Salieron a fijarse y vieron que se trataba de un grupo de jóvenes. Quienes los invitaron a una fiesta que se desarrollaba en una fábrica ubicada en las afueras y que había quedado abandonada hacía varios años.
Al principio todos estos tenían miedo de ir. Les resultaba bastante extraña esa invitación. No sabían de que se trataba, por que la hacían en ese horario o los motivos por los cuales no la habían anunciado anteriormente en ningún lado. Pero finalmente y mas que nada por curiosidad optaron por ir. Muchos de ellos lo hacían con armas para intentar defenderse en caso de que ocurra algún hecho desagradable.
Al llegar descubrieron que esa fábrica que estaba abandonada, con sus paredes descascaradas y cubiertas de hongos, ahora se hallaba totalmente remodelada. Pintada de atractivos colores, con plantas y flores en la entrada y llena de lamparitas amarillentas que colgaban del techo e iluminaban todo el ambiente.
Allí en la planta baja había personas que leían cuentos y realizaban juegos para los mas chicos, algunos que se vestían de payasos que brindaban teatro a la gorra, otros que hacían música en un rincón e invitaban a la gente a sumarse a cantar. Mientras que en el primer piso había un grupo de bailarines que hacían diferentes danzas en un gigantesco escenario de madera. Y en el tercero había puestos que ofrecían libros, cuadros y artesanías.
Hasta que alrededor de las cinco de la mañana se dió por terminada la fiesta y los encargados saludaron al público agradeciendo su presencia. Luego empezaron a cargar todo lo que habían traido en varios micros. Y pasados varios minutos ya se marcharon del pueblo.
Al día siguiente varios pobladores se dirigieron a esa fábrica. Solo encontraron afiches pegados en las paredes que explicaban que aquel era un grupo de jóvenes artistas, muchos todavía estudiantes, que no vivían en un lugar fijo. Sino que se la pasaban recorriendo pueblos a traves de micros que alquilaban. Lo hacían un poco por diversión y otro tanto para llevar alegría a la gente que tiene problemas. Y lo hacían así sorpresivamente para mantenerse en el anonimato.
Despues de varias semanas la vida en ese pueblo volvió a ser la misma de siempre. Sin ningún otro episodio que la altere o convoque masivamente a todos sus habitantes. Con la diferencia de que esa fábrica ya no estaba. Había sido demolida por las fuerzas de seguridad para evitar que alguien pudiera alojarse allí. Menos aún intentar hacer algo distinto como lo ocurrido aquella noche o pretender cambiar las cosas.

3 comentarios:

Meulen dijo...

Me gustó este relato
una enseñanza que bien podría replicarse en muchos lugares parecidos no?

...me gustaría saber que ocurrió después en el pueblo...
saludos!

Rorry_la Charo dijo...

A mi tambien me gustaría saberlo.
Interesante relato
Saludos

Gustavo dijo...

Hola Meulen, hola Rorry. Es verdad. Despues de leerlo varias veces me di cuenta como que al cuento le faltaba algo. Que el final no era del todo claro.
Aunque lo que tenia pensado decir era que al final en el pueblo todo volvia a ser igual. Ahora lo corrijo.
Un abrazo y gracias por ese detalle. Chau