El pueblo que no cerraba las puertas.
En aquel pueblo no existían las enfrmedades. Sus habitantes tardaban en envejecer y recién se morían después de los cien años. Esto se debía a que nunca cerraban las puertas. Se decía que las almas de los antiguos guerreros rondaban por las calles llevando salud y bienestar a todas las casas. Otro comentario era que vivían en un bosque situado e las montañas que había detrás y cada tanto bajaban a la costa a tomar agua del río.
La historia se inició hace varios siglos. Cuando los cinco guerreros que gobernaban ese territorio lograron acabar con las pandillas que llegaban por las noches y saqueaban casas, incendiaban campos, secuestraban mujres y niños.
Desde ese instante se estableció el orden y quedó conformado el pueblo. Se le dió nombre y moneda propia. También fueron elegidas nuevas autoridades. A las contsrucciones e madera y barro que había se las reemplazó por otras de piedra.
Poco tiempo despues los guerreros murieron y fueron enterrados en el bosque. Sobre sus tumbas al otro día aparecieron cinco brazos en alto con sus espadas apuntando al cielo. También se descubrieron casos de abuelos que de repente se sentían mas jóvenes, ciegos que recuperaban la vista, etc. Nadie sabía que ocurría. Había rumores de que esos guerreros no eran del todo humanos. Que eran semidioses que nunca se iban. Que de alguna manera seguían estando allí para hacer el bien. Lo que dió origen a la tradición de la puerta. Incluso muchos los recibían con sus casas perfumadas o llenas de flores.
Durante siglos ese pueblo se mantuvo siempre del mismo modo. Pero ahora empezaba a cambiar.
Sus calles fueron asfaltadas. En sus playas se construyeron algunos balnearios. Si bien la mayoría de los habitantes seguía sin cerrar las puertas había muchos que ignoraban ese ritual. Principalmente los mas nuevos. Lo que marcaba una clara diferencia en cuanto a la salud de ambos. Tampoco faltaban aquellos que como forma de rebeldía les ponían traba o candado.
Mas tarde todo seguía modificándose. Por el río navegaban enormes barcos. En los barrios céntricos se levantaron decenas de rascacielos. Una amplia parte del bosque fué desmontada para hacer clubes y barrios privados. La cantidad de personas que dejaban sus casas abiertas se redujo a casi la mitad. Ya no había diferencias entre unos y otros. Muy pocas superaban los cien años y algunas contraían asma o diabetes. Ademas los robos o asaltos que a veces se producían dificultaban aún mas esas prácticas.
Cierto día la situación se invirtió. Los pocos que seguían sin cerrar las puertas morían antes y tenían peor calidad de vida que el resto. Mientras tanto los líquidos cloacales y desechos de las fábricas hacían que el río estuviese cada vez mas contaminado. En lo que quedaba del bosque se edificaron hoteles y salas de juego.
Al poco tiempo ya nadie le llevaba el apunte a la tradición de la puerta. Lo que no impedía que las enfermedades siguieran multiplicándose o que la esperanza de vida se redujera a treinta años. A esto ahora se le sumaban los bebés que nacían con un solo ojo, sin piernas o con piel de reptil.
Una mañana se presentó e forma extraña. Las horas pasaban sin que el cielo aclare. En las nubes por momentos aparecían reflejadas imágenes de los antiguos guerreros. Al rato una serie de truenos y rayos color rojo dieron paso a una torrencial lluvia acompañada de enfurecidos vientos que derribaban techos y árboles, producían olas gigantes. Todos corrían desesperados. Jamás habían visto algo así.
Mas tarde una risa macabra se escuchó desde distintas partes. La cual fué seguida de un terremoto que sepultó a todos los habitantes de ese pueblo.
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