martes, 5 de enero de 2010

El nuevo lugar



El nuevo lugar
Aquel joven llevaba una vida ordenada. Los días de semana se levantaba bien temprano y se dirigía hacia la imprenta que le había dejado su padre antes de jubilarse. Los Sábados a la noche tampoco le gustaba salir demasiado. Prefería quedarse en su casa escuchando música, leyendo o mirando televisión. Además necesitaba estar bien para el Domingo, ya que iba a rezar bien temprano para después dirigirse a la casa de sus padres donde se quedaba a almorzar. Cuando volvía dormía una breve siesta. Luego adelantaba algunas tareas de su trabajo con el objetivo de ganar tiempo y no estar tan cargado el Lunes.
No tenía demasiados amigos. Su manera de comportarse hacía que los demás se terminaran aburriendo a su lado. Sin embargo esto no lo preocupaba. Veía a los otros como unos tontos que solo buscaban placer y diversión, que no sabían nada de la vida. En cambio él sentía que era superior. Su objetivo era casarse con una mujer que fuera de su mismo carácter. Sin comportamientos extraños ni de otra religión diferente a la suya. Así tendrían hijos y con el tiempo estos les darían nietos. Pero por sobre todo seguir trabajando, cuanto mas mejor. Para poder ganar mayor cantidad de dinero y hacer planes futuros.
Un día mientras caminaba vió que mas adelante se hallaba una escalera. Se quedó asombrado. Jamás la había observado. Probó en tomarla.
Desembocó en un amplio salón subterraneo. En el cual había personas obesas riéndose a carcajadas mientras disfrutaban de un asado, mujeres besándose entre ellas, con uno o varios hombres a la vez, abuelos bebiendo y jugando a las cartas. Mientras que de fondo no dejaba de oirse el ruido de los tambores que decenas de muchachos semidesnudos golpeaban mientras bailaban alrededor de una fogata.
Al rato se le acercaron varios. Quienes le dijeron que abrieron ese nuevo lugar para tener mas comodidad. Porque arriba muchas veces son demasiado perfectos y el que no se comporta igual que la mayoría es discriminado o mal visto. En cambio ahí abajo no se margina a nadie. Se acepta a todos por igual sean como sean o hagan la vida que hagan.
También le comentaron que la vida es una sola y no tiene marcha atrás. De modo que hay que aprovecharla al máximo, disfrutar cada momento. Divertirse y hacer lo que a uno le guste sin dar tantas vueltas.
Cuando salió de nuevo a la superficie se quedó pensando en todo aquello. Llegó a la conclusión de que esos individuos no estaban tan equivocados, que en parte tenían razón. Sin embargo siguió con sun rutina de siempre.
Una vez que llegó a viejo, solo y enfermo de parkinson, se arrepintió de haberse tomado la vida tan en serio. De no divertirse un poco mas.

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