viernes, 12 de febrero de 2010

Poemas de María Eugenia Caseiro





Antecedente y morfologías
María Eugenia Caseiro



Antecedente y morfología de la fobia I

Vida no vivida la suya que no se conoce,
su fantasma no quiso desplazarse
con el pie colgando
convertido en acertijo.
Pensó que en sus semillas pudo crecer la violencia;
no corrió el riesgo de afrontarse.
Siendo apenas prisionero de la fobia
planeó la fuga sin mover la distancia.

No alcanzó a correr por miedo a la prisa de perderse
a pesar de haber aprendido a numerar.
No tuvo tiempo
nunca el tiempo de inventarse
por no entender cómo salir del escudo
con el freno ajustado
y las polainas sin brillo resbalando en la era
por donde se le hizo el orificio a la capa de ozono.

Pensó que su mansión era el desánimo
que su única verdad era el cansancio y sus escombros
transitaban recorriendo a ciegas el tablero de las postraciones,
pero no era bueno navegar sin nombre, y como siempre,
tuvo miedo de que el hueco de la vida no sirviera
para ensartar el hilo de su pie colgando.


Antecedente y morfología de la fobia II

Quiso ser una isla, un pez, un aguacero...
tal vez el planeta que fue verde y brillante,
pero nunca él mismo metido en el desuso de su cuerpo
inhalando los vapores de la amnesia
con la espada sin eco en el absurdo,
insinuado
sin nombre
para nadie
cicatriz del mundo,
sostener la pupila como perro que ambiciona huir
los dientes temporales
maleza por cabello
y la marea de sus días de invariable hechura
inundando el espejo que no le condujo a encontrarse.

Tuvo algunas rutas que fue descartando y no recuerda:
la calle donde parten las cenizas que ha dejado en el olvido,
un cielo ralo que recoge la pregunta sin alcanzar el labio.
Hoy se sabe mudo en el grito tan temprano deseado
mirándose desde otro ángulo colgado del destierro
como galeón sin alas.

Y por primera vez lanzado desde la ola de lo inmóvil
trata de orientarse sin hacer ruido ni ondas en el agua.


Antecedente y morfología de la fobia III

Los pasos sin ritmo
le arrugaron el pensar
ya seco enfermo de abandono
lenta recuperación de vaca flaca
-el hambre ablanda el carapacho duro-.
Ya todos los menguantes se le unieron
a la diestra y la siniestra
contagiados por las tribulaciones.
Y el zapato del otro que no llega
con el pie torcido a caminarle...

Y las jorobas de aquel hambre
se le fueron agolpando...
Pobre animal sin compromiso
la vida le cerraba la puerta
al mundo vino ciego
calcinado embrión del tedio.

Los perros de los pies
echados enfrente de la tumba
dormían a sus anchas.
¡Cómo duele la fiebre sin almohada!
¡cómo duele!



Antecedente y morfología de la fobia IV

Hoy le amaneció sin luz
por el orificio del abrigo.
Sustrajo lo pendiente
aplazado y sin fecha,
recordó que la ausencia puede derramarse
cerró las compuertas de su punto de vista
al tomar como algo lo que aún no encuentra.

Sintió pudor de asumir el desnudo
con la pena mojada en el café con leche,
la paciencia invulnerable,
el sueño cansado cada noche maldiciendo
la lentitud del zapato que jamás se escandaliza.

No hay que respirar, se dijo,
mejor será aguantar el estornudo
en el cansancio de temerle a nada,
al hambre y a la sed en el resquicio
en que se agotan las paredes
y el sol tuvo que salir atropellado…

Aquella voz no era su voz
y las letras de su nombre nunca fueron
un número capaz de atraer la buena suerte.


Antecedente y morfología de la fobia V

Encontró un punto de apoyo
en las nociones que nunca le sirvieron
y tuvo que anudar el karma
a su isla fechada por la muerte
lejos de los que un día le creyeron cierto.

Sintió apenas un instante admiración
cuando sus miedos
comenzaron a madurar en la rama,
un nuevo amanecer cubrió los pies
de lo que apenas duele
porque en ciertas estaciones,
ya nada prevalece.

Consumió su cárcel y su tiempo
en una rectitud marcada de constantes pausas.
Y para que nada sorprendiera el paso,
convexo y esponjoso como nube,
se abandonó a ignorarse.
Falso al extender los dedos sobre el polvo
bañado por la luz sin peso y sin obligaciones,
hilado en el instante en que un cadáver desaloja el aire
a contraluz e inmóvil en la cerradura
por donde nunca la existencia pasa.



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si me piden un poema con literatura

antes de resucitar en la camisa de fuerza
contagiada con terrible mordedura
me confieso sorda de visión y muda de ojos.
tal vez el bicho de un vocablo me picó
hace apenas una vida
y un desboque de pandemias me ha librado
de peores consecuencias.
he agotado el reuma del zapato,
y el ojo de las manos pide a gritos
espejuelos enguantados para hacer literatura.
el cuerpo, ya cansado de mi enojo,
busca en la mantilla de café,
un lapso para cobijar al sueño:
triste bicho sin hogar
que aprendió a vivir sin mí.
sólo queda aquello que no soy
descansado el carcañal de la escritura
-a espaldas de todos mis dolores-
sin cabida en el sarcófago de la existencia.
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Tarde y sin bolero frente al mar


Caminaba sin ti en el pentagrama
con mi perversidad a flote
y el bolero apagado
por la arena revuelta de mis pies.
Vino de pronto el mar
con sus deshoras;
escupió sobre mí
los peces que volvieron con tu olor
a pegarse en las paredes de mis ojos.
Tus hijos y mis hijos con sus perros
aullaron nuestra música,
vomitaron la bruma entre los dos.
Somos desde ayer
los que no estaban.



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Coyunturas


Cómo sujetar este antifaz
que resbala recorriéndome los huesos
hasta el póstumo grillete de la espalda.
Cómo acentuarle las facciones si se escurre
y en otra carrera inteligible
en que apenas soy un nudo, su garganta
me arrebata la memoria
en que yacen laberintos que recurren.

Cómo posponer la brevedad
en el tracto de las sienes,
si un troquel de sombras nos dibuja
y es auténtico ese hueco en la mirada.

Y es tan torpe este latido
sin la máscara
que se funde en el engrudo de mi ser.
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Hojas en blanco

Rameras de la noche sin consuelo
las notas del reloj que dibujaban
sus trípticos pendientes de la hora
buscaban el color desesperadas
donde el blanco,
tajo en la piel de las estrellas,
llovía sobre el papel
y las mudas madreselvas lo miraban.
Allá lejos tan lejos,
en una arista lunar
donde la blancura
prosigue su ruptura incontrolable,
un tren esboza carrileras
bajo el pulso sin tregua de la noche.
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Sonsonete

A la hora vertical que ya no duele
devuélveme sin laberintos a encontrarte
arrancado fucilante a contraluz el verso.

(Tu voz cayendo al infinito fruto alado nomeolvides nunca
bruñéndome la oreja).

Bostézame tu amanecer en la quijada
crujiendo tan sublime ambigüedad al dente
tuétano del gesto.

Tras ese dulce cadáver de compases se me van los dedos...
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perxistencial

aún queda la memoria
en un piélago interior de tiempo,
y está a salvo aquel lugar donde el olvido
no alcanzará jamás las curvas del reloj,
aunque cierre amargamente la cortina
esa infausta eternidad
que es siempre noche.
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Maldición

Me copia interminablemente
el retoño donde prolifero
hasta los retratos.
Si en el fondo
como esa medida en que corro
- sangre vieja -
no estuvieran
las mujeres que me asaltan,
borraría la arcilla del linaje.
Pero abundo sin saber qué hacer
lluevo sinfín como costumbre
lanzada eternamente sobre los espejos.
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Voces

Esa voz que fractura la sombra
y deja por detrás
un humo tan pesado
como si le crecieran piernas
que nos quieren alcanzar
llega, al parecer, desde la noche.
Un cordón invisible sostiene algo de luz,
pero la carga trazada por el miedo
enfunda en barullos otra voz
y por mucho que intente raspar la telaraña
ese agudo silencio, que es de plomo,
corta intenciones en el aire.
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cábala para la gallina blanca

la gallina puede
ser tan blanca
como la noche más noche
como la línea tan curva
de mi almohada
(de tu almohada)
en la polaridad
de alguna otra frontera
besada no tan lejos
de los que no entienden.

la gallina puede
morder el horizonte
perderse
morir
resucitar
doblarse
como cualquier otra gallina
no tan blanca
no tan mujer
no tan gigante.
una gallina puede
ser la honra o la deshonra
un mendrugo de pan
la horca
la falta de razón
el cruce de dos flechas
la eternidad de un nombre
terrible incertidumbre
tiempo
hasta un fragmento
-sabe sólo dios cuál-
de ese libro de salinger
que nos costó un lennon
el ocho de diciembre del ochenta.
la gallina puede
ser en el infierno
extraña cábala que ahoga.
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furnia

esa ciudad con alas,
la que escapa hasta del sueño,
apenas se bosqueja nos transforma
hipotéticos y tácitos cadáveres
retorciéndose en el vientre de la tierra.
no hay parís cercano
ni país
ni sombra, suerte, sino,
ni nosotros…
ni vallejos sedentes
en este inmenso hueco
con su noche en brazos.
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tangencial

…hay dedos que insaciablemente/
acechan el instante en que sea develada una medida/
una y otra vez/ a ras de las clavijas/ las teclas/ los botones…
van, celosas palancas que al correr obran en notas/

ese envión de los dedos que no escapa ya al instante
en que brota a lo espacial el punto de tangencia/
lleva voz de contrafuerte: al fin la música/
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escaparate

ciento un versos
cuelgan de las perchas/
en vano usar palabras
innomia/ diximia/ yocántaro/
no tengo qué ponerme
sobre este almohadón de huesos/
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anzuelo la máscara

anzuelo la máscara
que escurre la sal de estos dolores
la saco del mar de mis pupilas
la tomo del mentón
y en ese instante en que la noche
es punta en la flecha detenida
no para de llover
por el hueco de sus ojos.
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diabolus

las horas que hasta aquí
engarzan el poema de mis días
escapan del espejo
como el ojo apagado
de mi otra media cara
tras el perfil insomne
en que la oreja impávida
peremnemente escucha
la nota maldita
de la que habló chavarri.
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lágrima

metáfora inflexible,
la música se abre
en los vuelcos del reloj
y nutre en el destiempo
su lágrima virgen
viajando a la deriva.
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Leftovers

Nos trazamos diferentes;
él con su camisa fría,
yo con mi vestido incierto
escribiendo a la deriva
nuestros cuerpos.

Nos arrancamos los plazos
nos dividimos las fechas
nos destronamos del cielo.
El con la boca mentida
declaraba otro lugar.
Yo con el rastro perdido mendigaba
a la puerta de sus dedos
el hueso de su corbata muerta
el sudor sobrante de otro tiempo
el diente de sus ojos clavado en mi corteza
la alquimia de su boca arrancando mis botones…

y un refugio a la intemperie
en que los astros me mintiesen.
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Aquí lloviendo

Estoy aquí, aquí lloviendo
acumulada de cajas de cartón
con dibujos y letreros,
jorobándome la poesía por dentro
con el techo de zinc en la cabeza,
con la lengua enredada
y la canción fuera de tono,
con mis alas de papel
pegándose a esta lluvia...
Y me dan en la nariz hechos un trapo
mis ancestros que ahora son ángeles
con ojos empedrados por la catarata de la lluvia,
condenados a la pena de unos bolsillos rotos.
Estoy aquí, aquí lloviendo
con el luto perpetuo por las cosas perdidas;
mis palomas, mis abejas, y mis playas...
abrazándome al fantasma de la lluvia,
gris humante en el cojín acuchillado
de mi espalda. Un maniquí con la cara tapada
hubiera evitado el llanto del borracho que me vio,
hubiera evitado
que la mujer que peina la calle por las noches
buscando sobre los contenes la humedad
lanzara una moneda a la fuente donde lluevo,
pero soy monólogo de lluvia
y estoy aquí, aquí lloviendo.
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No soy yo

Porque el mar se ha quedado
putrefacto en otra orilla,
yo inconforme,
con mis párpados ceñidos al calor y al verde claro
de una isla,
de un fulgor,
estas plumas que han crecido en mí
ya no me bastan.

Lloran también en mí
todas las castas
- la ciudad es de papeles recortados...-
para ser lo que no quiero
en el destierro de mi misma,
en esta calma de mis pies
que acampan en el nido
de otro mar que no me busca.

No soy yo la que miraba
en el cielo, desmembrado
el impudor, la costumbre
no soy yo
la que nadaba dormida, ciertamente
toda el agua
sin errar un solo pie
o un solo brazo en el silencio
que me amaba
hasta saber de memoria mis latidos,
yo sus polvos y sus marcas
en el ruido
con las cuerdas de estos dedos que bordaban
los manteles sin saber de despedidas
ni nostalgias.

Esa voz que ahora me suple
y su sombra indefinida en la dureza de un adiós
luego me canta.
Ha llamado inútilmente,
en secreto a los fantasmas
de la piel que la olvidaron.

Y la máscara,
que a veces me sonríe con una risa empolvada
con una mueca de niña
con unos ojos lejanos
clavados en la playa que fue suya,
en la calma,
que busca los precipicios
para gritar en silencio
con el eco desdoblando
la caricia deseada;
de una ola,
de una huella,
en las agrias baldosas de estos pies
que ayer buscaban
su justo lugar entre las cosas
y hoy desean conciliarse
con sus antiguas pisadas.
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Me niego

He estado a punto
de emblanquecer como los ángeles
cuando el labio con que soplo el talco de los días
borraba la esfera del reloj
cuerpo de pájaros que aún me late.

He estado a punto de salir volando
en el ala lenta de las hojas
que espera una mano sin nombre
llenando crucigramas en la inercia,
sin profanar la mansedumbre
retenida en la blandura de la espalda.

Un rumor de secretos detrás de cada puerta
me lleva por las calles
sobre pies de plegarias
con zapatos de viento conmovido
apagando los pequeños incendios de la tarde...

pero yo me niego
me niego a ser un ángel.
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Llanto por unos zapatos muertos

Estoy llorando en el paño roto de la noche
y mi niñez que ahora no me entiende
reniega de mi llanto.
Estoy inmóvil y desnuda
frente a la oscuridad del viento
encendiendo una vela blanca
al alma de mis viejos zapatos muertos.

Estoy enferma de sueños sin fuentes
contagiada, de esa terrible y blanca pena
de saberme cierta
sin vestidos de ayer en pleno vuelo.

Estoy llorando ahora
por la sombra increíble de mi propia lágrima
por la hoja en blanco sin sonrisa
por la ausencia de todos los discursos
viajando en el tren de tan poca memoria.

Estoy alumbrándome de antiguas lunas
del sucio brillo en aquellas farolas.
Estoy llorando la fijeza del tiempo
posada en el renglón que me aprisiona.
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Las flores del mal

Abre la tarde en el jardín sus postigos de lirios
y una enorme ventana que ambiciona la noche
da paso al murmullo de las rosas,
al canto del grillo, imperturbable,
que reclama ese otro tiempo, cuando su esternón
quedó clavado al grito.

La mano de un fantasma nos convida
al dulzor de la piña envuelta en tul, al beso
de la enredadera de cálamos brotando del enigma,
al silbo de la luna burlona que se mofa del fauno.

La música del bulbo subterráneo se esparce en el jardín
y la lechuza, de voz ronca y redonda, cuchichea
la desnudez del gato que fluctúa en la sombra
como un duende extraviado.

El gélido cuchillo de la noche corta la luna en pedazos,
pone bridas al caballo de su afán que por los siglos,
habrá de cabalgar, la fusta sobre el anca,
blanca alfombra con jirones de luz.

Las sombras van trazando allí un esbozo
-con en ese cartabón de relámpagos verdes
cual cocuyo intranquilo que dibuja la elipse-
simulando el deseo de cegar a los cuervos.

La cigarra, virtuosa reticente, no cesa de zumbar.
Son las flores del mal, son en la noche.
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declaración de amor

amo los vasos borrachos que sonríen
los que beben su champagne en buena hora
los de pisada suave
los de voz olorosa
los vasos asesinos de estocada tan fría

amo los vasos inocentes amo
los vasos nevados de caricias
amo los vasos que contienen
los que pierden la noción
el sueño y la cordura
amo los vasos satisfechos
los vasos que no tiemblan al borde de la duda
los que no sufren cuando no les comprenden
los que se burlan del amor
los que aman todavía

amo esos vasos que saben de miradas
que entienden el dolor
los que distinguen
silentes de locuaces
amo los vasos
aquellos olvidados
amo los vasos vírgenes de angustias
el vaso irreverente, el religioso…

amo la austera desnudez del vaso
al que nadie nunca ha regalado un beso.
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ALGUNOS POEMAS RIMADOS DE MARIA EUGENIA CASEIRO

Marineros

Cuando los barcos y las gaviotas van a la par
cantan los peces
entre la espuma sus barcarolas en gran coral
la mar de veces.
Mas los moluscos viajan despacio; sus tonos graves
suelen tronar.
Mueven los peces alegres colas como las claves
en su sonar.
¿Son invenciones de las mareas, o apariciones
que al descollar
entre madréporas y espongiarios, premoniciones
han de empollar?
Tras las sirenas de suaves hombros y dulces senos
se va el marino;
los espejismos les han ganado: ¡ah, desenfrenos
que causa el vino!

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Romance


Baila la luna; ¡ay, que baile!
baila el sol en armonía.
La noche negra es un fraile;
un carnaval es el día.
De sol y luna el engarce;
en un claro y bruno broche,
el albo día al colarse
se confunde con la noche.
El sol cambia cuatro pasos
con la luna en su bailar,
tejen cabriolas de abrazos
entre querencia y danzar.
La luna está amanecida
con su mantilla y su lazo,
si el sol anochece olvida
aquel “chaleco de raso”.

Los dos tienen mucha prisa
por desnudarse y quererse
la fría luna histrionisa
y el sol calienta al moverse.
Bailan su danza insensatos
-una en noche y otro en día-
taconean sus zapatos
en el cielo de alegría.

De luna y sol el engarce
de oscura y clara ufanía.
La noche bruna al quedarse
se confunde con el día.
Baila el sol; ¡ay, que hermosura!
baila la luna con garbo.
El día es todo de anchura;
la noche: menta y ruibarbo.
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El barranco

Trae sus piedras cuadradas
a morir en una zanja;
el barro es un pozo azul
donde las aguas se estancan:
hambre de barro que traga
piedras cuadradas y lágrimas.
No hay amarantos ni verdes
rodeando el filo del agua
tarde profunda y calada
hasta el colmo de la infancia
que rueda por el barranco
como si la vida entrara
por la grieta del pasado
y descendiera a un abismo
en forma de piedra y lava,
como si el barranco mismo
se perdiera en la cuadrada
terquedad de cal y canto
que cayéndose se clava
entre verde y amaranto
bajo el azul de la zanja.
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Canción de las viejas maderas del barco ^

Las tablas del barco viven
en la zozobra del mar
las tablas del barco vienen
las tablas del barco van
entre puertos y resacas
entre cascajos de sal.
Las tablas del barco saben
del hechizo de los puertos
las tablas del barco sueñan
con las voces de los muertos
apurando las saladas
espumas de los desiertos.

Saben del viento y del sol
del mar y del tiempo saben
las tablas de un barco son
cual experto maderamen
que cata en cada momento
por donde entran o salen
los estampidos del viento.

Cuando un barco no regresa
sus tablas mueren con él
como se pierde el bajel
entre las olas que apresan
sus tablas bajo el nivel
de las aguas que atraviesan
con sentimiento tan fiel.

Las tablas del barco vienen
las tablas del barco van
entre puertos y resacas
entre las olas del mar.
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Anhelo

Quiero tejer con tus versos
una mantilla de plata
y lucirla sobre el cuello
en la fresca madrugada
para sentir en el cuerpo
la caricia de la hilada
hasta que todas sus letras
hagan nido en mi garganta
como si fueran las cuentas
del collar de la esperanza,
y así tenderme en el lecho
abrigada en esa manta
llevando junto a mi pecho
el calor de tus palabras.
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Artejo

Y vi que entre la noche no hay bosquejo
más que el trazo de ausencia en el axioma
dibujado en las aguas del espejo
cual triste perspectiva monocroma.

Como torre sutil que se desploma
el trazo devolviéndose en reflejo
de la mirada que al espejo asoma
sobreviene y golpea su entrecejo.

Pero quizá la noche cual trebejo
perdido en el boceto de una broma,
dibuja extraños trazos, en manejo
que revierte al espejo su carcoma.

Y así pasa la noche en gran maroma;
sin penas y sin glorias, sin festejo,
porque el variorum de su vasto idioma
impide el paso a nexo tan complejo.

Siempre la noche con ese humo añejo
traza el diseño que al espejo doma
graba en sus aguas el fatal consejo
de una lúgubre endecha por saloma.

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Por lunerías (octava real)

No deja de brillar aunque parezca
la luna en su fulgor adormecida.
Bella y sola estará hasta que amanezca;
se irá para volver enaltecida
con su blanco marfil. Cuando oscurezca,
en la noche por ella bendecida
como un ángel guardián en el relente,
suplantará otra vez al sol durmiente.
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Tiempo

El almanaque amarillo
pende de una cuerda floja
el minutero que afloja
la hora de su tornillo
convierte el tiempo en anillo
que le da la vuelta al mundo
sumando a cada segundo;
primavera, invierno, otoño,
verano... como retoño
del cronómetro fecundo.
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Viajero

A Papi


Practicó como siempre una medida:
estudió como nunca esa hechicera
costumbre de quedarse aunque se fuera
presintiendo el pesar de la partida.

No fue miedo a quedarse ni temida
la hora de ausentarse que advirtiera
-gran orfebre que fue de la madera
de aquel sueño de amor tomó la brida-

y en abril veinticinco, de otro año,
del brazo de la amada hasta el peldaño
de esa estancia que llaman "Otra Vida",

sin prendas, ni casaca, ni sombrero,
estrenó el pasaporte del viajero
que dejó en heredad la obra cumplida.
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María Eugenia CaseiroLa Habana, Cuba. Reside en Estados Unidos. Narradora, poeta, ensayista, prologuista, incursiona en la reseña crítica. Ha sido distinguida con premios literarios en ambos géneros: poesía y narrativa, y obtenido reconocimientos especiales, y diplomas por talento artístico y labor en beneficio de la difusión de la cultura. Ha participado como jurado en certámenes literarios de poesía y narrativa. Es miembro colaborador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) y de la Academia de la Historia de Cuba en USA, en que ostenta el cargo de Presidenta del Círculo de Amigos de la AHC. Integra la Muestra Permanente de Poesía Siglo XXI de la Asociación Prometeo de Poesía; The Famous Poets Society; FLAC (Foro Internacional para una Cultura y una Literatura por la Paz). Integra el colectivo de trabajo de La Peregrina Magazín (Miami, USA). Colabora activamente con diversidad de publicaciones digitales, y en papel, actividades y programas de su comunidad. Asimismo participa en la divulgación de eventos culturales y difusión de la obra de sus contemporáneos como el Programa Dos Orillas de la antropóloga cubana Dra. Mercedes Cros Sandoval. De próxima publicación, Nueve cuentos para recrear el café (edición bilingüe castellano-francés), saldrá la luz en marzo 2010.

Los créditos de la foto, María Eugenia Caseiro en Zu galeria, son para la fotógrafa cubana Marta Ramos.

9 comentarios:

Manny Lopez dijo...

Me encanta encontrarme con la poesia de Maria Eugenia Caseiro. Gracias! Saludos, Manny

Elisabet Cincotta dijo...

La poesía de Mariú, lleva esa tenacidad propia del poeta comprometido con la palabra, palabra definida por la vehemencia de cada trazo. Siempre que la leo, la imagino en la ardua tarea del pulir el poema hasta darle su acabado tan personal.
abrazos
Elisabet

Gocho Versolari dijo...

Queridísima amiga
Gracias por enviarme esta entrada. Es realmente una suma de lo tuyo, un paisaje lleno de montañas, valles, ríos, mares y hasta de lugares tenebrosos que se abren como mansiones.
En algunos casos me pareció ver cuando escribías el poema como en "Antecedentes y Morfología de las Fobias". Quizá haya sido de noche, y te llegaron las palabras como en una tormenta, arremetiendo desde tu pecho: fue allí donde se gestó el poema. Dime si estoy en lo cierto.
Me encantó la música de los textos con rimas, la música maravillosa que tienen todos los versos.

Te quiero mucho.
Gocho

Angel Collado Ruíz dijo...

Buena muestra de poesía. Me da alegria verla en nuestra página.
por mujer, por talentosa, por compartir con nosotros su experiencia. Gracias Sonrisa.

Angel Collado Ruíz dijo...

Chiquita mala, fuiste tú quién la trajo, de cualquier forma es una buena cosa. Saludos hasta Groenlandia. angel

Anónimo dijo...

^^^gracias a todos por la maravillosa acogida^^^
búhamente^^^
m.e.

Margarita Garcia Alonso dijo...

Es un encanto que esta pagina la reciba, Angel, las puertas abiertas a un aliento que sabe desir, una invitacion a los apuntes,a sumarnos a esta empresa de amor.
Gracias por aceptarme en el blog.

Meulen dijo...

QUE INTERESANTE
CONOCER A ESTA ESCRITORA
TENDRE TIEMPO DE IR DEGUSTANDO SU TRABAJO Y APRENDER DE SU ENTREGA
SIN DUDA ALGUIEN QUE NO CONOZCO Y NECESITO CONOCER

GRACIAS POR DEJAR SU HUELLA!!

Meulen dijo...

¡FELIZ DIA DE SAN VALENTIN!!!

QUE EL AMOR NUNCA ABANDONE TU VIDA
Y SEA A TI Y A QUIENES TE RODEAN
COMO TAMBIEN A QUIEN TENGAS EN TU CORAZÓN!

UN SALUDO AFECTUOSO!!

QUE EL AMOR PARA TODOS ALCANZA!!