sábado, 26 de septiembre de 2009

De abejas,gaviotas y sapos

De gaviotas, abejas y sapos.



Había una vez un campo habitado por abejas. Estas tenían todo el espacio libre como para jugar entre las ramas de los árboles, tomar el jugo de las flores que desearan.
Un día, al ver que llegaban decenas de gaviotas decidieron emigrar a un campo vecino con el fin de no mezclarse con nadie y seguir solas. Pero ni bien se instalaron descubrieron que ese nuevo lugar estaba lleno de sapos. Los cuales a su vez, por temor a que estos últimos los agredan se fueron a otro sitio cercano.
De a poco el miedo y la desconfianza hacia el otro, al que veían como enemigo, iba aumentando considerablemente entre cada una de estas especies. Las gaviotas, por temor a que las abejas les hagan daño, se organizaban para vigilar todo su territorio desde lo alto. Estas para protegerse de una supuesta invasión de las aves, colocaban espinas alrededor de sus panales y se dividían en grupos que hacían de guardia día y noche. A la vez que los sapos, con el fin de que nadie ingresara en su nuevo lugar, construían enormes muros de barro frente a sus cuevas.
Con el paso del tiempo los miembros de cada una de estas comunidades veían que nada de lo que suponían ocurría. Las gaviotas volaban siempre alrededor de los mismos árbloes, las abejas pasaban la mayor parte del día ocupadas en sus tareas. Mientras que los sapos no salían mas allá de donde estaban sus cuevas. Hecho que los llevó a perder el miedo y darle cada vez menos importancia al tema de la seguridad.
También empezaban a formarse grupos que se ayudaban entre sí. Como las gaviotas que aprovechaban su vuelo para traer alimentos de lugares lejanos, abejas que regalaban cera y miel o sapos que cuando había tormenta invitaban a todos a refugiarse en sus hogares.
Así fué como estas comunidades de a poco aprendieron a respetarse y convivir en paz. Formando un inmenso campo en donde todos tenían su lugar y abierto a cualquier otro grupo que quisiera radicarse allí.



1 comentario:

Carmen Rivero Colina dijo...

Gus, que lección de moral nos has dado con este cuento. Un vez más te felicito, eres grande amigo, muy grande.
Un montón de besos